sábado, 9 de mayo de 2015

NO SOLO ES EL PETRÓLEO




Uno de los lugares comunes de los discursos políticos es la reducción de la dependencia de la economía nacional respecto del petróleo; no obstante, luego de 8 años de ejercicio del actual gobierno, la participación de ese producto en el total de exportaciones ecuatorianas apenas ha disminuido del 54% al 51%, y ni siquiera de ese insignificante 3% pueden ufanarse, pues el mismo se debe exclusivamente a la reducción de precios del hidrocarburo ocurrida en el segundo semestre del 2014. Y es que sin duda es más fácil sentarse a recibir recursos y repartirlos, con la consiguiente compra de lealtades, antes que optar por el camino más complejo y de menos réditos políticos de generar las condiciones para que el país se desarrolle verdaderamente.

Por ello, si los precios o la producción de petróleo podrían subir permanentemente, el país estaría condenado a vivir la eternidad en ese facilismo subdesarrollista, pero ello no es posible y, como siempre los “ortodoxos, conservadores y prudentes” lo dijeron, vino la inevitable caída de precios para la que había que prepararse, y ella encontró al país sin fondos de estabilización y con cifras de producción hidrocarburífera muy inferiores a las que se habrían logrado si se observaba una política responsable en el sector.

El hecho concreto es que la caída de precios se dio y a ella ahora se le echan todas las culpas: por la caída del precio tuvimos que quitar el aporte del 40% a las jubilaciones del IESS (no por haber subido irresponsablemente el gasto administrativo ni por haber incrementado las prestaciones sin contrapartida), por esa caída tuvimos que imponer salvaguardias (no por mantener un gasto público insostenible que ocasiona grandes déficits de balanza de pagos que no encuentran financiamiento), por culpa de la caída del precio tuvimos que llevarnos las utilidades que recibían los trabajadores (no porque ya no encuentran qué más impuestos imponernos para sostener la fiesta de los gastos en plena crisis). Quién sabe si hasta la agresión a un niño en media calle se deba a las preocupaciones que genera la famosa caída del precio.

¿Cuánto nos habría afectado el precio del petróleo si los ingresos extraordinarios recibidos en todo este período se habrían utilizado para fortalecer efectivamente la economía, para generar empleo, producción y exportaciones?

La respuesta a esta interrogante es difícil de cuantificar, pero intuitivamente todos podemos imaginar cual sería nuestra perspectiva del futuro personal y familiar si la economía del país no estaría expuesta en tan alto grado a los vaivenes del mercado petrolero. Seguro que podemos suponer cómo serían las cosas si en lugar de este modelo político/económico (que se ha basado en quitar el dinero a quien lo produce para destinarlo al gasto improductivo y generador de corrupción) se habría facilitado a los emprendedores instalar nuevos negocios, a los inversionistas ampliar sus inversiones y si a todos se nos habría hecho más fácil exportar amparados en acuerdos de libre comercio, generando de esa manera empleo y riqueza.

Entonces, es evidente que la culpa no es del precio del petróleo solamente, sino que el modelo es equivocado (como también los “ortodoxos, conservadores y prudentes” lo advirtieron), pues aún en pleno apogeo de los precios altos ya se evidenciaron inequívocos síntomas de fracaso, como por ejemplo:
  • De los cuatro países dolarizados en América (Estados Unidos, El Salvador, Panamá y el Ecuador) la inflación de 2014 en el nuestro cuadruplica la de los restantes tres
  • Este crecimiento de la inflación en el Ecuador hace que se incentiven las importaciones y se desincentiven las exportaciones, por la variación negativa del índice de tipo de cambio efectivo real.
  • Aún en los momentos de mejor precio del petróleo, dejó ya de caer el nivel de pobreza urbana en el país. Luego de bajar del 25% en el año 2008 al 15% a mediados de 2012, el 2014 cerramos con el 16,4% y con tendencia ascendente.
  • En cuanto se refiere a la distribución del ingreso, que constituye uno de los pilares políticos actualmente, el índice de GINI que la mide disminuyó de 0,552 en el año 2007 a 0,44 a finales de 2011, para luego tomar una tendencia creciente y cerrar el 2014 en 0,458 (mientras más bajo es este coeficiente menos concentrado se encuentra el ingreso).
  •  Desde finales de 2012 la cantidad de monedas y billetes en poder de los ecuatorianos (especies monetarias en circulación) viene creciendo más que los depósitos en cuentas corrientes y de ahorro, lo que denota la incertidumbre del público respecto de lo que podría suceder con los recursos depositados.
  •  La tasa de crecimiento de las captaciones de recursos por parte del sistema financiero viene desacelerándose gradualmente desde el año 2010 (25%) hasta cerrar 2014 con el 10% anual. Algo similar ocurre con el crédito.
En conclusión, no es cierto que la caída del precio del petróleo tiene la culpa de todos nuestros males, ni es cierto que nuestros males empezaron con la caída del precio del petróleo.

jueves, 23 de abril de 2015

¿HAY RAZONES PARA UN FERIADO?




En los últimos días ha corrido un fuerte rumor entre los ecuatorianos en el sentido de que el país estaría próximo a sufrir un “feriado bancario”, palabras estas que generan los más duros recuerdos, principalmente para los ecuatorianos que ya pasamos de los 30 años de edad. Hasta el momento la respuesta ha provenido de dos frentes: el gobierno y los analistas económicos, y en ambos casos el argumento ha sido más o menos este: “el sistema bancario del país se encuentra muy sólido y tiene suficiente liquidez, por lo tanto no hay razón para que se produzca el feriado.”
En mi humilde criterio, este argumento de analistas y autoridades (que ha sido tan difundido que él mismo podría haber generado un efecto de bola de nieve), proviene de un desacertado diagnóstico de lo que pudo haber causado el rumor inicial, pues seguramente ningún ecuatoriano considera que los bancos del país, pese al sinnúmero de medidas adoptadas en los últimos ocho años para afectarles, se encuentran en mala situación financiera, sino todo lo contrario. Por lo tanto, no se trata de que los depositantes creen que podría producirse el tan mentado feriado porque los bancos no tienen recursos para responder por sus obligaciones.
Si la hipótesis expuesta es correcta, nada se solucionará recitando los excelentes indicadores financieros de la banca, los que, de paso, casi nadie entiende.
Entonces ¿cuál es la lógica detrás de los rumores? Para orientarnos veamos algunas señales que hemos recibido los ecuatorianos en los últimos meses:
­          - En mayo de 2014 el Banco Central del Ecuador entregó parte sustancial de su oro monetario a Goldman Sachs en una operación swap
­          - En septiembre de 2014 entró en vigencia el Código Orgánico Monetario y Financiero, en el cual se incluyen algunas medidas que son bastante curiosas, por decir lo menos, en un país dolarizado, como por ejemplo:
               -  El Banco Central del Ecuador gestionará la liquidez mediante operaciones de cambios
               -  Suministrará los medios de pago para que el sistema económico opere con eficiencia
               -  Podrá también implementar instrumentos que tengan carácter monetario
               -  Emitirá dinero electrónico (sin que se establezca límite alguno)
               -  Desaparecen los cuatro sistemas del balance del Banco Central del Ecuador
               -  La Junta Monetaria y Financiera determinará los casos en que se deban vender          obligatoriamente las divisas al Banco Central del Ecuador
­          - A partir de octubre de 2014 el BCE ha venido otorgando crédito al Ministerio de Finanzas a través de la compra de títulos valores, operaciones que recién se hicieron de conocimiento público en semanas recientes
­          - A los pocos meses del inicio de la caída del precio del petróleo, el gobierno buscó proteger la balanza de pagos y las cuentas fiscales del país con una medida extremadamente fuerte: las sobretasas arancelarias
­          - En el mercado internacional el país demostró desesperación al haber aceptado pagar el 10,5% de interés para captar apenas 750 millones de dólares a 5 años plazo
­          - Hace pocos días se aprobó la ley mediante la cual el gobierno se libera de la obligación de aportar el valor equivalente al 40% de las jubilaciones del IESS
Todas estas medidas y decisiones han estado enmarcadas en un discurso que resuena permanentemente en nuestros oídos: denme moneda propia y les quito las salvaguardas.
Con los antecedentes reseñados, ¿no será que la gente piensa que puede haber la intención de quitarle sus dólares, al menos los que están depositados en los bancos? De ser esta la razón del nerviosismo, evidentemente resultará más efectivo y eficiente para acabar de raíz con los rumores, que la autoridad anuncie su compromiso de mantener el sistema cambiario de dolarización y que tome acciones inmediatas y concretas para corregir las curiosas medidas del Código Orgánico Monetario y Financiero que antes citamos. Todo ello para empezar el cambio profundo en el manejo económico, para hacerlo más acorde con el muy crítico entorno con el que seguramente lidiaremos en el futuro inmediato.

viernes, 17 de abril de 2015

¿PARA QUÉ EL CAMBIO EN LA SEGURIDAD SOCIAL?



En los últimos días han aparecido agenciosos  defensores de los afiliados al IESS, provenientes de las propias filas del Gobierno, me refiero a la ex Ministra  Katiuska King y al ex Director General del IESS Ramiro González, los cuales hacen gala de un conocimiento muy cercano de los aspectos técnicos y legales de la problemática y de la incidencia que tendría la propuesta de Alianza País, resumida en la famosa frase “no vamos a pagar 20 centavos más al IESS.”

Sin duda que, independientemente de la legitimidad de los nuevos “defensores” de los afiliados, los aspectos técnicos y legales son de suma importancia; no obstante, siento que la discusión debe enmarcarse en la comprensión previa del nuevo concepto de seguridad social (?) que subyace tras la propuesta de Alianza País.

Conforme la entiendo, ésta contempla dos períodos claramente diferenciados:

­        - El primero en el cual el pago de las pensiones jubilares se realizará con los recursos que el fondo correspondiente ha logrado acumular hasta la fecha, más los aportes que siga recibiendo en el mismo período de parte de los afiliados y empleadores.

­         - El segundo en el cual, una vez que se acaben los recursos acumulados hasta la fecha, el pago de las jubilaciones se realizará en parte con los aportes de afiliados y empleadores y la diferencia con recursos que de manera directa se transfieran del presupuesto general del estado, es decir exponiendo a los jubilados a la situación coyuntural de la caja fiscal.

Así visto el esquema, durante cierto número de años el gobierno evitaría transferir recursos para hacer estos pagos, en tanto que luego de ese período de tiempo, los gobiernos respectivos tendrían que realizar mayores erogaciones para que los jubilados reciban sus pensiones.

Lo expuesto conlleva, adicionalmente, un incentivo perverso para el gobierno actual, puesto que si no va a enfrentar obligación económica alguna en su período, puede sentirse tentado a incrementar las pensiones, por ejemplo ahora que sufre un inesperado deterioro político.

Hay algo que no me cuadra en todo esto: el pago del 40% de las pensiones jubilares al que todavía se encuentra obligado, bien podría haberlo cumplido con la entrega de bonos, con lo que la presión presupuestaria se diferiría para un próximo gobierno. Esta forma de pago es la que ha usado el Ministerio de Finanzas para muchas de sus obligaciones con el IESS a lo largo de los pasados 8 años. Entonces, la nueva disposición legal a punto de entrar en vigencia no va a generar ahorro fiscal alguno.

¿Por qué, entonces, adoptar una medida tan impopular y de elevado costo político?

Consideración aparte merece la posibilidad de que el gobierno incumpla el pago de intereses de los 8.000 millones de bonos del estado que tiene en su poder el IESS. Esto sí ocasionaría un ahorro de alrededor de $480 millones de dólares del presupuesto de este año. Pero para cometer semejante barbaridad no necesitaba la expedición de la Ley de “Justicia Laboral”, sino simplemente revestirse de ese espíritu altivo y soberano del que ya se revistieron para repudiar la deuda externa en el año 2008. Por otra parte, el monto de ahorro mencionado no parece ser suficiente para arriesgarse al costo político que están enfrentando.

Me parece que las medidas de afectación a los jubilados del IESS son un gran error, pues no generan ahorro fiscal alguno, ocasionan un fuerte costo político y acaban de destruir el desvencijado sistema de seguridad social vigente al momento.